Aracely Victoria Romo Álvarez
Esta mujer, militante, luchadora, dirigente y combatiente ejemplar, muere un día 5 de noviembre de 1988, bajo una “explosión” en el cerro Ñielol junto a Pablo Vergara Toledo. Sin lugar a duda, esta hija del pueblo que con su ejemplo nos mostró el camino, que enarboló las banderas revolucionarias.
“Aracely Victoria Romo Álvarez, fue una joven mujer pobladora, nacida un 13 de marzo de 1962, en una humilde población del sur de Santiago. Hija de padres comprometidos con la causa popular; su padre un obrero mueblista y su madre una obrera tejedora, formaba parte de una alegre y numerosa familia.
Aracely fue una mujer luchadora incansable contra la explotación, una combatiente, disciplinada y metódica, una dirigenta social y política con claridad y asertividad en sus análisis, un cuadro revolucionario.
Desde niña se destaca por su capacidad para organizar y contar con una aguda visión crítica de la realidad. Buena lectora y conversadora, querida por sus cercanos.
Aracely crece en dictadura, su carácter afable, jovial, sociable, alegre y de gran curiosidad, la ayudó a comprender desde pequeña los problemas de su entorno, la de sus vecinas y vecinos y la de su propia familia. Situación que aportó a su sensibilización y tomar conciencia de clase, de pobre. Que la llevó a temprana edad asumir un compromiso profundo y radical hacia la causa revolucionaria, por una sociedad con igualdad social y justicia plena.
Comenzó su andar desde la organización social. En su andar por las comunidades cristianas de base, se encuentra con Pablo Vergara en reiteradas convivencias, posteriormente, se vuelven juntar en dos veraneos que serán sumamente significativos en San Sebastián alrededor del año 1980, de ahí en adelante sus vidas estarían unidas por la convicción de la necesidad de una nueva sociedad.
Ese verano, es especialmente significativo para la vida de Aracely, fue en ese momento cuando le comunica a su madre que está militando desde un par de años en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR. Situación que es compartida por su progenitora y en donde compartirán lazos más allá de lo sanguíneo.
En ese momento, ya su hija había nacido y tenía apenas un año, su personalidad versátil y multifacética se refleja en la siguiente imagen: “Mientras mudaba o le daba mamadera a su hija, ordenaba la tabla, dirigía y opinaba en la reunión de la coordinadora con la misma facilidad y atenta actitud”.
El año 83’, a principios de las primeras protestas, Aracely decide enfrentar a tiempo completo y frontal, la lucha contra la dictadura. Eran tiempos duros, en donde muchos la recuerdan recorriendo a pie las poblaciones, preparando la protesta, caminando con su hija a la cadera camino a un punto. La represión estaba cada vez pisándole los talones, allanan su casa una noche en que no se encuentra. Y es ahí cuando se comienza a preparar su salida del país en el año 1985.
Debido a esta elección, ella se va de Argentina y deja a su hija al cuidado de sus abuelos decisión profundamente dolorosa, pero necesaria, que se grafica en sus propias palabras del siguiente modo: “hijita para la mamá nunca fue fácil el tomar la decisión de dejarte con los abuelitos, sufrí y sufro mucho quisiera estar contigo, cuidarte como lo hice desde antes que nacieras hasta que tuviste casi los tres años”. Ella siempre estuvo convencida de la necesidad de su opción de vida y de lo acertada que esta era.
Esta mujer, militante, luchadora, dirigente y combatiente ejemplar, muere un día 5 de noviembre de 1988, bajo una “explosión” en el cerro Ñielol junto a Pablo Vergara Toledo.
Sin lugar a duda, esta hija del pueblo que con su ejemplo nos mostró el camino, que enarbolo las banderas revolucionarias.